La libertad de expresión, hoy en día, es un tema muy controversial y más aún en las redes sociales; pero antes de dar a conocer la problemática entre ellos dos, sería pertinente saber qué es la libertad de expresión. “Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección” (Comisión Interamericana de Derechos Humanos [CIDH], 1969, p. 6).
Debemos considerar que este derecho en las redes sociales es diferente a la expresada en la realidad debido al alcance masivo de la información, la cual puede ser perjudicial para la sociedad en diversos aspectos.
Esta situación genera el debate: ¿Hasta qué punto se debe delimitar el libre albedrío de expresión en los medios sociales? Nuestra postura es no llegar al extremo de censurar la información disponible en la Red, en su lugar, creemos que es más apropiado regular y limitar a través de una entidad responsable, las publicaciones accesibles a todos los usuarios con el objetivo de preservar su integridad. En este ensayo, defenderemos nuestra tesis en base a tres argumentos que dan a conocer por qué consideramos que las pocas restricciones a la libertad de expresión generan un perjuicio a los usuarios.
En primer lugar, ¿quién no se ha topado con información aparentemente falsa? Las llamadas fake news son informaciones publicadas intencionalmente en medios digitales que carecen de constatación y veracidad; además, estas influyen en la población en general produciendo incertidumbre, desconfianza y perturbación a la estabilidad, ya sea para apoyar o desprestigiar a alguien o, en ocasiones, simplemente por entretenimiento. En el caso del estudio de Vosoughi et al. (2018) sobre la divulgación de contenidos verdaderos y falsos en Twitter con datos del 2006 hasta el 2017, se concluyó que la difusión y el alcance es superior cuando las noticias son erróneas a comparación de cuando son hechos verídicos, además de poseer un mayor impacto en el ámbito político. Esta situación genera en la población incertidumbre sobre qué es verdadero y qué es falso, lo que representa una amenaza para la libertad de información veraz. Por lo tanto, consideramos que una forma adecuada de regulación sería la imposición de sanciones a aquellas fake news que tengan la voluntad de engañar, ya sea con fines personales o por entretenimiento.
En segundo lugar, podemos apreciar que las redes sociales, al estar abiertas a todo el público, en muchos casos son utilizadas para fomentar la discriminación, la agresión y la aversión por razones culturales de cada usuario, quienes están influenciados por las fake news y otros estigmas. Esto se ve reflejado en una investigación realizada por el alumnado de la Universidad de Oxford quienes evidenciaron que uno de cada 15 000 mensajes digitales escritos en inglés, que es correspondiente a cerca de 10 000 de estos mensajes diariamente, contenían insultos segregacionistas (Gagliardone et al., 2015). Desde esta perspectiva, se hace necesario brindar protección a las víctimas de estos discursos de odio, ofreciendo recursos de asesoría legal y apoyo emocional, además de implementar y hacer cumplir leyes que penalicen el discurso de odio para disuadir a quienes promuevan este tipo de conductas. Nosotros consideramos que utilizar las redes sociales para fomentar prejuicios no debe ser permitido; por ello, debería existir una legislación para limitar qué tipo de expresiones publicadas en estos medios podrían ser ofensivas.
En nuestro último argumento, podríamos plantear la siguiente pregunta: ¿Alguna vez ha sentido que se expone deliberadamente nuestra información personal? Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías, que facilitan el proceso comunicativo y el acceso a nuevos contenidos, están fuertemente relacionados con el derecho a la privacidad. En lo mencionado por Martínez (2023) se afirma que el manejo de la red y los medios sociales han transfigurado a los individuos en vigilantes y vigilados; por ello, se resalta la necesidad de respetar los derechos humanos en dos ámbitos: el físico y el digital. Consideramos que es necesaria la seguridad de la intimidad de los usuarios; por ende, debería existir una regulación por parte de las aplicaciones que limite la exposición de datos personales para evitar que estos sean utilizados perjudicialmente contra los usuarios. Sin embargo, es crucial que los usuarios tomen conciencia al momento de publicar o dar a conocer información personal, ya que cuando existen consecuencias fatídicas, preferimos responsabilizar a las aplicaciones antes de asumir que no hemos tomado la decisión más sensata.
Por otro lado, nos encontramos con el dilema de que, si las plataformas imponen restricciones excesivas, podrían sofocar el debate público y silenciar voces minoritarias, lo que conlleva el riesgo de caer en la censura. Además, una consecuencia directa sería que las decisiones sobre lo que se considera "falso" o "dañino" estén influenciadas por intereses políticos o ideológicos (en el caso de la cultura de la cancelación), afectando la diversidad de opiniones en los espacios públicos; por ello, consideramos que debe ser regulado y manejado con cuidado para evitar que se convierta en una herramienta de control indebida.
Para concluir, estamos a favor de mantener la libertad de expresión, siempre que esta no sea perjudicial para otras personas, debido a que se debe garantizar los derechos fundamentales, como el de la privacidad, y salvaguardar la integridad emocional de los usuarios en una plataforma tan abierta como el internet. Si bien no abogamos por la censura, consideramos importante establecer normas claras sobre lo que se debe o no publicar; reconocemos que esto podría implicar una cierta limitación a la libertad de expresión, pero creemos que contribuiría a proteger el bienestar en las redes sociales. Esto nos lleva a plantear la pregunta: ¿quién debería ser responsable de regular estas normas?
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1 Comments
Es interesante la pregunta final, porque si no es una persona adecuada se podría limitar nuestro derecho a la libertad de expresión.
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