En el universo ideal existían incontables burbujas; cada una de estas con formas, colores y tamaños únicas; sin embargo, a pesar de ello ninguna de estas era más importante que la otra pues solo representaban una parte del pensamiento humano.

Una de las burbujas más llamativas era el habitad de seres ―similares a deidades o ninfas ― a los cuales se les llamaba arte. Su mundo estaba rodeado de jardines tan hermosos que era difícil eran difíciles de asimilar por completo por los sentidos del hombre. En el punto más central de esta burbuja, rodeado de jardines yacía una enorme fuente de agua que originaba el nacimiento de cada arte. Cada uno de estos poseía sus propios talentos; sin embargo, cuando nació Literatura los otros seres lo miraron con extrañeza. Sin lugar a duda Literatura tenía un talento que otros artes no poseían, aunque como todos los seres de estos jardines poseía creatividad y abstracción a diferencia de los demás se comunicaba con algo que llamaba “lengua”. Artes como Música usaba melodías y compás, Pintura y Escultura se comunicaban con matices cromáticos y texturas, Danza con Teatro se expresaban con movimiento; pero Literatura no concordaba mucho con las habilidades de sus compañeros.

A Literatura, aunque le costara integrarse, tenía un par de responsabilidades como Arte; ella se encargaba de enviarle plumas o pétalos a las personas en la tierra para que estos tuvieran inspiración para poder escribir o relatar lo que su corazón quería decirles, después de todo, aunque incomprendida en los jardines, en realidad era la favorita del hombre pues era sencillo expresarse con ella porque contaba con la forma de comunicación más utilizada por esta especie. 

Con el tiempo se dio cuenta que dependía de otros entes en su jardín para poder cumplir su propósito: Un longevo gnomo que se hacía llamar Autor, gracias a su prolongado tiempo de vida podía utilizar un sinfín de situaciones y palabras extrañas. El gnomo les enviaba sus creaciones a todos sus amigos animales del bosque, él les llamaba Lectores, estos no solo disfrutaban de lo producido por él, también le indicaban si este había sido de su agrado, pero entre aquellos animalitos estaban los Búhos que les explicaba a los demás la real esencia de las creaciones de Autor. A Autor a veces no le agradaba lo que los búhos decían de sus obras, pero aun así decidió llamarlos Intérpretes. Después de haber evaluado el recibimiento de sus creaciones, Autor las convertía en aquellas plumas o pétalos y cada noche los dejaba en el hogar de Literatura.

Ella no podía amar más sus actividades en el jardín y se fascinaba con la manera que tenían los humanos para transformar las ideas de Autor. A veces, en sus tiempos libres, se reunía con Música y Teatro ― los cuales se habían convertido en sus amigos más cercanos ― para contarles lo más nuevo que habían creado los humanos con sus plumas y pétalos. Muchas veces habían escritos que sus amigos Artes tenían que leer más de dos veces para comprender a qué se referían realmente aquellos escritos, incluso podría ser necesario entender por lo que pasaba en el mundo de los humanos o enterarse qué había sucedido con ellos para que estos tengan sentido, pues aparentemente el ser humano es muy susceptible a lo que pasa a su alrededor y para procesarlo necesita materializarlo. Este último concepto era algo que los seres Arte entendían muy bien. 

Literatura era muy consciente de que los humanos eran vanidosos, pero siempre le era molesto enfrentarse a la idea de que estos quisieran validar más o menos las creaciones dependiendo de que parte del planeta tierra provinieran los escritos. Especialmente los humanos europeos les fue difícil comprender la idea de que la habilidad de crear material literario era una capacidad presente en todos los hombres. Aún así los seres humanos preferían catalogar la literatura dependiendo de la sociedad en la que se desenvolviera, la creación literaria era tan distinta entre lugares y tiempo ―incluso era diferente de persona en persona―. Uno de los lugares que más le llamaba la atención era Latinoamérica; pues había tenido una manera singular de desarrollar sus creaciones, al igual que su cultura habían incorporado diferentes elementos para crear no tan propios de su territorio, lo cual le daba mucho atractivo, además, debido a sus sucesos históricos había mucho por contar, mucho por expresar.

Una de las cosas que a los humanos más les atraía de las creaciones literarias era que estas representaban una versión distinta de la realidad que conocían; Literatura tenía la hipótesis de que esto solo era un rezago de su mundo representado en aquellas palabras, pero de igual manera era algo que disfrutaba porque les otorgaba libertad a sus escritores y los ayudaba a desconectarse de lo que los agobiaba en su día a día.

Cierto día Literatura se encontró con la situación de un joven, Walter, el cual por ser tan retraído le era muy complicado exteriorizar sus emociones. Este después de tener sesiones de consejería en las que le recomendaron intentar redactar poemas u otros relatos, pues esto podría ayudarlo a ser más abierto con lo que sentía. Le pareció una genial idea, así que se propuso a intentarlo; sin embargo, sentía que se esforzaba mucho pero simplemente no podía crear nada, no se sentía conectado con ninguna idea o emoción en específico. Era desalentador.

A Literatura comenzó a preocuparle que sus plumas y pétalos no estuvieran conectando con él; ella sabía que la razón por la cual estas no se impregnaban en Walter es porque le era muy difícil entender sus emociones, pero sin lugar a duda tenía que hallar la manera de resolverlo. Era una situación que la frustraba en gran manera porque ella sabía que solía entender a cada uno de sus escritores con rapidez, y claro, no era la primera vez que se enfrentaba con un caso complicado, pero no había tenido una situación tan severa hace mucho.

Esa misma tarde Literatura acudió a la cabaña de Autor:

– Querido, Autor; no sé como puedo ayudar a este joven. Sigo sin poder lograr que este llegue a escribir siquiera un verso. – dijo desanimada.

– Pero si los últimos días no hice más que enviarte mis mejores ideas. – sentía que no tenía nada por reprocharle al gnomo, solía ser muy eficiente en su trabajo.

– Sin duda alguna; pero ya sabes, parece ser otro caso de bloqueo de escritor, del tipo más severo. – Autor se quedó pensando.

– Escucha, niña, tengo una idea en mente, pero tienes que seguir mis indicaciones. – Este Arte confiaba mucho en el gnomo, lo respetaba porque era probablemente el más sabio de todas las criaturas del jardín; estaba segura de que él sabría qué hacer en esta situación.

Al día siguiente Literatura despertó más temprano que de costumbre, tenía que completar esta tarea a como de lugar. Autor se había pasado toda la noche creando nuevas ideas de inspiración, sus amigos Lectores ya incluso se cansaron de calificar sus obras. Todos terminaron muy cansados, pero finalmente el gnomo le presentó las plumas y pétalos de la más alta calidad. La tarea de Literatura era enviarle estos elementos a Walter en horas muy específicas del día en donde estuviera rodeado de sus personas u objetos favoritos, Autor creía que de esta manera podrían impregnarse mejor en él y ella consideraba que podría funcionar.

Fue una jornada extensa; este Arte jamás se había agotado tanto en un día, pero por más que se esforzó, sus intentos no resultaron; Walter no lograba producir ningún tipo de texto literario después estar horas sentado en su escritorio incluso si escuchaba sus canciones preferidas o tomaba un vaso del jugo más delicioso de su nevera.

– Bah, ya es un caso sin solución. Probablemente este hombre no pueda escribir nunca. – Literatura oficialmente se había dado por vencida, cosa que no era usual con lo perseverante que se consideraba. Tal vez no podía resolver todos los problemas creativos de los seres humanos. 

Los siguientes días Literatura no solo no atendió el caso de Walter, de hecho, ya no atendió el caso de ningún escritor, de ningún poeta, ni dramaturgo. Cada productor literario en la tierra estaba jalándose de los pelos porque su inspiración no brotaba aunque se lo propusieran; pero es que en los Jardines del Arte yacía una Literatura tan desanimada que estaba dispuesta a dejar su oficio permanentemente. 

Por su parte Walter se sentía igual de frustrado, detestaba no poder demostrar como se sentía en ciertas ocasiones. Walter decidió tomarse unos días para dedicarse a sus pasatiempos favoritos; tal vez solo necesitaba conectarse con él mismo. Pasó una semana entera saliendo de casa con amigos, montando bici, visitando lugares atractivos, intentando interpretar diferentes tipos de arte, intentando conectar con ellos. Entonces entendió una cosa: para poder ser más expresivo primero debía ser consciente de sí mismo, solo así sabría con certeza qué era lo que sentía en el momento. 

Mientras tanto en los Jardines del Arte, Literatura, mirando a uno de sus lagos favoritos para pensar recibe la visita de uno de sus amigos más cercanos: Música

Música a pesar de ser de los seres más sensibles del jardín era también uno de los que daba mejores consejos, su empatía era una de sus mayores características. Música le hizo entender a Literatura que no debería dejar que un reto como este le haga sentir incapaz de poder desempeñar su cargo; que había muchas personas que necesitaban de ella y que probablemente solo debía abordar el problema de Walter desde una perspectiva diferente, pero que era necesario resolverlo porque después de todo era parte de sus responsabilidades. 

Literatura se llenó de coraje y entendió que Música tenía razón. Ahora tenia también una nueva idea de cómo resolver su problema. Una vez escuchó que los humanos muchas veces se dejaban llevar de sus propios sueños, que podían guiar su ánimo, su conducta e incluso cualquier tipo de creación. Ella decidió esperar a altas horas de la madrugada, cuando Walter haya llegado a su nivel más alto de sueño; fue entonces que le mandó las plumas y pétalos mas bonitas que Autor le había elaborado. Este era un plan que no podía fallar.

Walter soñó con cada una de estas ideas, claro que a su vez tenían mucha concordancia con su mundo interior. Tuvo 3 sueños en total. El primero le pareció demasiado extraño, hubo escenas que no entendió del todo e incluso lo marearon. El segundo parecía un cuento muy infantil para su gusto; pero le recordó a cómo era de niño y cómo veía el mundo. Pero el último de ellos era sobre sus seres más queridos, cuestión que al despertar le recordó lo mucho que significaban para él; quería escribir sobre y para ellos. Esa mañana Walter jamás se había sentido tan inspirado para escribir como en ese momento; tal vez era momento de intentar algo.

Mientras la Luna decoraba el cielo de la tierra Literatura no había podido pegar un ojo; estaba muy ansiosa, pero al amanecer se dio cuenta que su trabajo por fin había dado frutos. Ella se sentía muy feliz de que por fin pudo darle final a este dilema. El poema que había escrito Walter sobre sus personas más especiales no era el más bello de todos, pero sabía que con el tiempo podrían ser mejores sus producciones. Walter tenía mucho por ofrecer, pues era una persona muy interesante y creativa en el fondo.

Después de aquel poema vinieron muchos más. Secretamente se había convertido en uno de los pasatiempos favoritos de Walter; afortunadamente este no solo era placentero, sino que efectivamente lo había vuelto no solo más comunicativo con sus cercanos, también lo había vuelto más asertivo y social. Walter estaba feliz con su nueva versión.

Literatura también había comprendido a lidiar con la frustración; esto fue muy importante cuando tuvo que enfrentarse al hecho de que muchos se estaban desalentando de escribir o leer. Tuvo el miedo de ya no ser útil pero rápido comprendió que ella siempre iba a ser necesaria para poderle dar un lugar muy especial a cada persona. Además de a pocos fue adquiriendo la habilidad de adecuarse mejor a las situaciones de cada uno de sus escritores y estaba muy orgullosa de ser capaz de mejorar sus métodos.

  Ambos, Walter y Literatura aprendieron de sus limitaciones y habilidades; el curso de las cosas en la tierra y en los jardines del Arte habían regresado a su normalidad y las creaciones literarias jamás se habían visto tan diversas una de otra como ahora.

Autor: Mauricio Zenteno Stacy Jimena