Era una vez un día seco y nublado. Un joven estudiante salió de su casa hacia la universidad, como todos los días, apresurado por las desafiantes clases. Pero este no era un día cualquiera; era el día de una importante exposición sobre las definiciones de la literatura, para la cual su grupo y él se habían preparado durante tanto tiempo. Cabe aclarar que la importancia radica en que este tema será parte de las preguntas del examen parcial. Una vez llegó a su clase de arte, de inmediato comenzó la acción. Se inició con un video introductorio y una exposición sobre qué es, a ciencia cierta, la literatura.
Según el joven estudiante: “Existe una confusión porque se evita definir lo que es la literatura; se ignora qué es la literatura. Frente a esto, se suelen tener ideas y criterios que son muy confusos e incluso contradictorios, y se dan definiciones que son parciales o fragmentarias, enfocándose en un aspecto e ignorando otros que pertenecen al ámbito de estudio. Entonces, la literatura es una construcción humana, porque está creada por seres humanos; los dioses no hacen obras literarias, ni siquiera las inspiran. Los seres humanos las crean a través de distintos procedimientos.”
Además, también es una construcción racional, porque brota de la razón humana; es, como obra humana, una expresión en términos lógicos. Por lo tanto, la literatura es una construcción humana y racional, y exige ser interpretada por seres humanos. No se puede esperar que los animales, las plantas o los dioses la interpreten por nosotros, y también exige ser interpretada conforme a criterios racionales. Es por esto que no podemos refugiarnos en lo irracional para interpretar la literatura ni sus materiales.
Por otro lado, la literatura es una construcción que se abre camino hacia la libertad a través de la lucha y el enfrentamiento dialéctico, defendiendo y preservando sus características propias frente a las características externas. Utiliza signos del sistema lingüístico a los que confiere un valor estético y otorga también un estatus ficticio.
Esta exposición maravilló al público, como si se tratara de verdaderos oradores; la audiencia no perdía la atención por nada del mundo.
La exposición fue tal que incluso la profesora se sintió orgullosa de sus estudiantes, quienes habían seguido las pautas acordadas y aplicado lo aprendido en clase. A continuación, la clase continuó su curso. La profesora, aunque estricta, era muy buena enseñando y dominaba el curso con una perspicacia que impedía que alguien se distrajera. Esto se debía a que estaba atenta a cualquier pregunta. Esa clase en particular era muy interesante, ya que abordaba un tema crucial del arte: los cimientos del curso para comprender y crear arte. Se discutieron las definiciones de la literatura y su composición, tocando un tema tan antiguo como si se tratara de filosofía.
Con respecto a su composición, hay que advertir que los referentes de la literatura son reales. Es decir, la literatura siempre se refiere a hechos reales; los componentes y las partes de la literatura hacen referencia a un mundo real y efectivamente existente. En otras palabras, la literatura siempre y solo habla de realidades.
Esas realidades, por supuesto, se presentan literariamente transformadas; no se muestran tal como son, pero la literatura trata de seres humanos, y los seres humanos existen en la realidad. También se podría argumentar que la literatura habla de monstruos o entidades que no existen en la realidad tal como los presenta, pero estos monstruos interactúan con los seres humanos o mantienen algún tipo de relación con ellos. En todo caso, son figuraciones antropomorfizadas de esas
entidades.
Es decir, que solo se puede incorporar a la literatura aquello que de alguna manera preexiste en el mundo. Esto implica que el lenguaje solo puede explicar la realidad que un ser humano puede probar o comprobar materialmente. De tal manera que el lenguaje no puede explicar realidades que el ser humano no haya podido verificar o probar materialmente, porque si no las percibimos, no las conoceríamos.
Todo esto resulta importante para la literatura, además de estar tan cerca del examen, lo que inquieta a todos y les hace estudiar más en contraste con otros cursos.
Finalmente llegó el tan esperado día del examen, aunque no sabía que ese día estaría lleno de contratiempos. En primer lugar, para su mala suerte, el despertador no sonó a la hora programada, sino una hora después. Con gran prisa, se levantó de la cama y se apresuró a vestirse con la primera prenda que encontró. Sabía que ese era el día del gran examen, que decidiría una parte importante de su nota. Para evitar el costoso viaje en taxi, tomó la arriesgada decisión de ir en bus, mientras trataba de recordar los conceptos que había estudiado durante semanas.
Cuando estaba casi a la mitad del camino, se dio cuenta de que no iba a llegar a tiempo, ya que faltaba media hora para el examen y él tardaría una hora en llegar. De inmediato, se bajó para tomar el primer taxi, sin importar el precio. La hora pasaba rápido y, a medida que se acercaba el momento, más nervioso se ponía. Debido al intenso tráfico que había en ese momento y al estar tan cerca de su destino, tuvo que salir corriendo con la esperanza de que hubiera una tolerancia de al menos 15 minutos. Al llegar a la puerta de su salón, cansado y sudando, se encontró con la sorpresa de que el tiempo de tolerancia se había agotado; la puerta se había cerrado 5 minutos antes de que él llegara.
Ese día no solo perdió su dinero al pagar la costosa carrera del taxi, sino que también perdió la oportunidad de hacer su examen. Las horas siguientes fueron una espera eterna, llena de angustia y nervios. Una vez terminado el examen, la profesora se retiró, y el joven no tardó en pedirle una prueba alternativa para sustituir el 00. Aunque la profesora era conocida por no dar segundas oportunidades, esta vez, con un toque de súplica, aceptó ofrecerle un examen oral de 4 preguntas. La primera pregunta fue: "¿Qué es la literatura y cuáles son sus componentes?" Sin embargo, la verdadera pregunta es si será capaz de responder a todas las preguntas y salvar su curso.
Aunque ya era un logro que esa profesora diera otra oportunidad, al final del día la profesora anunció que los resultados estarían disponibles al día siguiente. El joven estudiante regresó a casa cansado, pero con la esperanza de haber hecho un buen trabajo. Al día siguiente, levantándose temprano y con una mezcla de emoción y ansiedad, llegó a la universidad y vio los resultados. Un sentimiento de alivio lo invadió: había aprobado con una calificación que no solo era suficiente, sino que también superaba sus expectativas. La sensación de logro y felicidad fue indescriptible.
Ese día, aprendió que la puntualidad, la preparación y el esfuerzo valen mucho más de lo que pensaba. No solo había superado el examen, sino que también había fortalecido su confianza en sí mismo. Aunque aún queda mucho por hacer en su camino académico, estaba listo para enfrentarlo con la misma determinación.
Autor: Villanueva Espinoza Diego Alonso
1 Comments
Estimado, Diego, felicito la narrativa que realizaste. A través de ella, envuelves al lector en los desafíos que enfrentan los estudiantes como el apuro, los nervios que se enfrentan ante un examen e incluso el hecho de poder perderlo. Esta facilidad nos genera a nosotros como lectores la empatía y felicito ese dinamismo, claro que incluso conjugas una parte teórica sobre la Literatura. Para finalizar, la refexión que realizas sobre la importancia de la puntualidad, la preparación y el esfuerzo es un cierre significativo que ofrece una lección clara y aplicable en nuestra vida.
ReplyDeleteAunque la exposición teórica y la narrativa personal son interesantes, podrían integrarse con mayor fluidez. Se podría establecer una conexión más clara entre la exposición sobre literatura y la situación personal del estudiante para evitar que el texto parezca dividido en dos partes independientes (Conectores que apoyen).
¡Felicitaciones, muy buen trabajo!